Dice Rosa Vivancos que esas figuras suyas que, constantemente, aparecen en sus cuadros no son una obsesión, sino una necesidad, porque son algo connatural a lo que como artista pretende. Ha realizado trece exposiciones individuales, algunas en Francia y Hungría. Autora del cartel de la Feria de Murcia del 2006, se ha sentido pintora, desde el mismo momento en que empezó. Ahora con su Epifanías -la exposición que presenta en Chys- se encuentra muy a gusto.

-¿Ha pretendido buscar un mensaje en su mundo pictórico o sólo pintar por el placer de pintar?

-Me preocupa mucho la búsqueda de la belleza y de la armonía, para que estén presentes en mis cuadros; además quiero siempre expresar mi mundo interior. No estoy sujeta a modas y estilos. Mis imágenes surgen también de un modo totalmente automático. Quiero decir que surgen de modo espontáneo, sin plantearme en mis cuadros una reflexión, ni algo intelectual.

-En sus cuadros se contempla casi siempre la presencia de rostros muy cercanos, que, sin embargo, no parecen retratos.

-No lo son, no. Yo no trabajo con modelos. Son cosas que van surgiendo, porque ya he dicho que mi pintura no parte de una reflexión. Esas imágenes quizá son como testigos de mi mundo interior. Casi todas están con la mirada un poco ausente, como sintiendo la escena que encuentran a su alrededor. El personaje es para mí el observador o partícipe de la atmósfera, del paisaje, de los elementos... Cuando hay paisaje siempre es como una parte, un componente de esa figura. Si, cuando se pinta, hay necesidad de que surja cualquier cosa, seguro que surge, al menos en mi pintura.

-¿Le da problemas esa necesidad?

-Por supuesto, pueden haber problemas, porque ante una idea o ante un boceto se está viviendo una situación muy distinta a cuando te sitúas ante la tela. Esa idea primera tiene que elaborarse de un modo que quizá se distancia de la inicial, por el modo, por el color... Por eso es necesario situar los elementos en otro espacio del cuadro. Es como un diálogo constante con la obra, conforme se va realizando. A veces me he empeñado en plasmar un elemento, pero, al final, no ha podido ser, porque no podía ubicarse debidamente. El espacio desde el cuadro se impone de una manera increíble y hay que clarificar muchas cosas.

-¿Capta también lo que encuentra a su alrededor para empezar un cuadro?

-No parto de la naturaleza, ni de nada de cuanto me rodea. Son cosas que están dentro y que yo construyo o reconstruyo, pero sin partir de algo real. No tengo tendencia a pintar paisajes. Aunque pueda aparecer alguno, siempre domina la figura.


-¿Puede suceder también que en los cuadros penetren influencias ajenas, sin que el pintor se dé cuenta?


-No me lo he planteado, aunque en toda mi labor de aprendizaje siempre ha habido algún pintor que me ha gustado más o que me ha influido. En estos momentos creo que no. Cuando se empieza, hay unos maestros y la influencia suele ser evidente. Luego, cuando te vas asentando, esas influencias pueden estar, pero de un modo más sutil.


-Lo que se nota en su pintura es el empleo casi exclusivo de unos colores o la carencia de otros.


-Creo que todo pintor tiene una paleta determinada. Y esto se debe supongo que a su carácter, a su estado anímico... A veces se cambia en función de las circunstancias. Al principio, en mi pintura se notaba la abstracción, el expresionismo...; luego, se van dejando determinadas cosas, que te han servido para tu formación, pero que ya no responden a un llamamiento interior.


Ojeado en La Verdad.
This entry was posted on 5/05/2008 and is filed under , , , , . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.