Cultura y Tradición a través de Imágenes

El maestro Álvarez Alonso compuso en Cartagena Suspiros de España, uno de los pasodobles más célebres. Tras sus pasos parece ir Javier Pérez Garrido, un madrileño que vive desde hace años en la ciudad portuaria, que tiene sólo 22 años y que ya destaca por su buen haber componiendo pasodobles. Acaba de ganar el Primer Premio de Composición Nacional de Pasodobles Villa de Pozo Estrecho. Está terminando los estudios superiores de música en las especialidades de clarinete y composición en el Conservatorio de Murcia y ya forma parte de numerosos grupos. Y aunque sus composiciones han sido interpretadas por prestigiosos grupos de cámara como el Harmonie XXI, lo que ahora más llama la atención es el futuro que se está labrando este joven músico .

- A pesar de su juventud, ha compuesto muchas obras, como pasodobles y una marcha de procesión. ¿Hay algún compositor que le sirva de referencia?

- No tengo un modelo fijo. Hay muchos grandes maestros de la música, pero no me podría quedar con uno solo. La composición tiene la peculiaridad de que puedes aprenderla de gente que ha muerto. De hecho, mis maestros vienen desde la Edad Media hasta hoy, y dependiendo de lo que componga me fijo en unos u otros. Si tuviera un modelo fijo, me aburriría.

- Entonces para componer y hacerlo bien, ¿es cierto lo que dicen de que hace falta tener buen oído?

-No, todo eso es falso. El buen oído te puede ayudar mucho, pero te ayuda mucho más el empeño. Tener ganas y trabajar mucho. Hombre, cuanto mejor oído tienes, mejor compositor eres, pero esto es muy relativo. No tiene que ver sólo con la sensibilidad que se tenga para la música. Por ejemplo, yo antes me extrañaba de que Beethoven hubiera llegado a ser un genio siendo sordo.

-¿Y ya no le resulta tan raro?

-Con el estudio he comprendido que tiene que ver más con la memoria auditiva que con el oído en sí mismo. Para ser buen compositor se necesita tener un oído dentro del cerebro, porque lo que compones lo escuchas dentro, está en tu cabeza.

- Sólo tiene 22 años y parece que promete en la música. Ha ganado el concurso de Composición Nacional de pasodobles a músicos consagrados. ¿Qué opinión le merece?

-Estoy muy sorprendido, aunque este año tuve la corazonada de que iba a ganar, porque de las cincuenta personas que se presentaron yo era la más joven. La mayoría eran músicos que tendrían unos 60 o 70 años y llevan toda la vida dedicándose a la música.

-¿Una corazonada?

-Sí, a mí es que me suelen pasar cosas muy raras y este año sabía que ganaría.

- Tardó cerca de dos años para componer el pasodoble El Castillo ¿Cómo le ha resultado el trabajo?

-Hacer un pasodoble bien hecho es una cosa muy difícil. Los pasodobles son muy sencillos de componer, sobre todo si se tiene en cuenta que me he criado con ellos. He estado muchos años tras un atril y sé de qué va esto.

-Normalmente, los músicos intentan transmitir algo con sus composiciones. ¿En qué se basó para escribir El Castillo?

-La composición es muy irracional, aunque siempre se puede pensar en algo a la hora de componer y también en la manera de expresarlo. Yo a veces pienso en situaciones, aunque no siempre. En este caso, el pasodoble lo compuse para la Asociación Musical El Castillo, una pequeña banda de Almería, porque ellos me lo habían encargado para estrenarlo en el festival provincial de bandas de Almería. Así que sólo puse el cariño que siento por ellos.

-Haber ganado premios ayudará, pero ¿cómo consigue un joven que el prestigioso violonchelista Stanimir Todorov le encargue que le componga un concierto para violonchelo y orquesta?

-Hace dos años vino a dar unas clases al conservatorio. Yo llevaba escrito un quinteto para clarinete y cuerda y convencí a mis profesores para que lo tocaran. Les dejó asombrados. Todorov me pidió que le compusiera algo y se lo enviara; que él lo estrenaría. Aunque todavía lo tengo a medias. No me gusta lo que he hecho.