'Pentecostés', un cuadro suyo, de 2,95 x 1,95, se expone, tras su solemne bendición, en la iglesia murciana de San Andrés, junto a uno de su maestro Almela Costa.

No ha perdido Antonio Balibrea su ímpetu avasallador, que lo mismo le impulsa a adentrarse por una que por otra faceta de su pintura, entre la que predominan los paisajes rurales y urbanos, con una singularidad que pronto la hace reconocible. También le ha dedicado especial atención a los desfiles procesionales de Semana Santa. Encerrado en su trabajo, no es artista que acapare esplendores ambientales, pero sus cuadros han colgado en salas de Murcia, San Sebastián, Madrid, Santander, Barcelona... Su última obra, con los respetables tamaños de 2,95 x 1.95, ha encontrado un lugar distinto para una exposición permanente: la iglesia murciana de San Andrés. Se trata de la representación de la festividad de Pentecostés, una obra que mereció su presentación oficial con un solemne bautismo.

- ¿Hasta qué punto es para usted un honor que su cuadro cuelgue en el interior de un templo?

- Mucho más de lo que cualquiera pueda imaginarse, porque muy cerca, cuelga otro de Almela Costa, un gran pintor al que siempre he considerado mi maestro. Yo entraba a su estudio cuando apenas tenía once años. Mi obra no tendrá ni cercanos méritos a los de Almela, pero para es un gran honor que esté cerca de la suya.

- ¿Cómo ha interpretado esa fiesta religiosa?

- La obra está enclavada en la nave derecha de la Catedral de Murcia, desde el crucero hacia la capilla de los Vélez. Con las medidas que tiene, tuve que pintarlo en el propio templo de San Andrés, porque no cabía en mi estudio. Tres meses le he dedicado. Me ha costado mucho la composición, porque también son muchas las figuras que aparecen y, junto a ellas o sobre ellas, los símbolos propios de esa festividad, como el Espíritu Santo y las lenguas de fuego.

- ¿No sería una obra que le venía grande, y no precisamente por su tamaño?

- Al principio me lo pareció, pero poco a poco fui superándome. Creo que he encontrado una resolución adecuada, que me ha satisfecho plenamente

- Lleva muchos años dedicado a la pintura, pero su nombre, sin embargo, no suena mucho.

- De acuerdo, pero siempre he sido pintor. Yo empecé a dibujar con solo diez años: en la pizarra, en las calle, en las paredes..., hasta que pasé a la Escuela de Artes y Oficios. Posteriormente, marche a Barcelona, donde estuve trabajando, pero sin dejarme la pintura. Allí hice exposiciones, vendí cuadros. El primer cuadro que vendí allí, me lo compró una señora que tenía obras de Picasso, de Dalí... Me puso entre sus grandes. Que me dieran, entonces, diez mil pesetas por un cuadro, era algo apoteósico.

- ¿Se le pegó también algo de aquellos grandes pintores?

- Sí. Traje algo de la pintura que allí se imponía entonces. Yo había conocido a Joaquín Mir o a Francisco Torneró... Al poco de estar en Murcia, hice una exposición en el patio de luces de lo que era todavía Diputación Provincial. Vendí más de la mitad de la obra expuesta y, claro, me quedé asombrado.

- Para la gente que no conoce su obra, ¿cómo se presentaría?

- Diría que soy un pintor bastante clásico en la forma de preparar y resolver mis cuadros. Siempre busco aquel rincón que está lo más justo posible para que agrade. Pinto lo que me gusta y como me gusta, pero como, ante todo, soy paisajista, también busco aquel rinconcito que no haya sido muy explotado.

This entry was posted on 5/20/2008 and is filed under , , , , . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.